jueves, 13 de diciembre de 2018

Aline Pettersson - Cautiva estoy de mí




Tenía miedo,
era mostrarme sin resguardo;
perdida la urdimbre de seda,
sólo la trama de piel,
de la piel tantas veces hendida
por el filo del cuchillo.
Quise huir,
tu mano me contuvo,
ciega, transitó por los caminos
de mi vientre,
grabando en ella su tortuosa geografía.
Mi secreto y mi cuerpo se te abrieron.

***

Te vi bruscamente desnudo,
recubierto por la imagen negra
De un pasado lejanísimo
(acaso la majestad
del carnero rey).
Las palabras se hundían
en capas cenagosas de la mente.
Mis dedos y mis ojos conocieron
oscuridades de tu vello.
La crátera sostenida por tu sangre
me obsequiaba su humedad.

***

Atados brazos y piernas
En líquidos nudos, te busco.
lento es el viaje que descubre
el firme laberinto de tu piel.
Muros de saliva, sudor, semen
en ti me encierran.

El mundo recobra sus formas,
y ladrón mi cuerpo
captura tu olor y lo retiene.

***
A UN FAUNO

Quiero reposar bajo la sombra
oscura que cubre tus miembros,
gozar el dulce chorro de tu flauta,
el son de tus campanas.
Quiero atisbar el barbado
engaño de tus labios,
ser testigo del cristal
que refulge en tu mirada.
Quiero ser esa lira que tú tañes.

***

El roce de una piedra y otra
encendió el mundo;
el paso de tu piel en la mía
incendia la sustancia oscura
que me forma.

***

Sobre el ardiente frescor
de mis labios múltiples
corren tus gotas
verbos prohibidos
en el flujo del lenguaje.

***

El deseo es la ola que nos capta
en su cresta, que se yergue
y siega alientos,
los sacude, los agita, los ahoga
para caer en espermas, en espumas
y empezar el innato movimiento:
ascender nuevamente hasta el quejido
hasta el esfuerzo último del gozo.

***

Te ví,
dormías suavemente sobre
los lienzos de la cama.
Qué soñabas, dime,
no todo tú dormías.

***

Desde la enorme lejanía
que nos separa,
erijo entre la niebla
tu figura amante,
y mi cuerpo en espumas se disuelve
-fiebre de una noche helada-
palabras que la tinta no dibuja,
pesares que, interiores, se derraman.
Te busco en el silencio,
en la ánima parlera del lenguaje
y la fuerza que te forja es tan inmensa,
lluvia tenaz regalo de mi carne,
fecundando la nada que me hostiga.

***

Como aire repentino
quisiera sacudirte con dulzura,
penetrar sigilosa
y adueñarme del temblor que yo te infunda.
Quisiera sujetarte con mi soplo,
regir tu movimiento con el mío,
llenar tu superficie con mi aliento
y en un sueño de trastorno y arrebato
ceder mi libertad enloquecida.

***

No puedo contenerme
en el precario sitio 
de mi cuerpo.
El flujo desatado
lesiona la cal de las columnas,
la argamasa negra de los muros.
No puedo contener
al bárbaro torrente
que se expande.

***

Cubiertas por el silencio
tu firmeza vegetal y mi oscuridad
bajo las telas se llamaban.
Invisibles,
crearon una líquida plegaria
desde el claustro de los géneros.

***

A veces soy un pozo que recibe
la densa humedad de tus palabras
y cubre cada poro
de la arcilla.
Reverdecen las algas prontamente
con gotas desprendidas por tu lengua.
Acuático y sombrío nace un bosque.

***

Es el mar, me dijiste, viendo al cielo,
una playa muy blanca estrecha la bahía,
mi barco –esa nave- la penetra.
Movido suavemente por el aire
se agita victorioso.
La fuerza de los vientos va creciendo,
arrastra las arenas de la costa
y deshace en las alturas
la forma del navío.
Ahora el mar fluye entre mis piernas.

***

Poliedro de afilados cantos
el mundo en rostros se fragmenta
y así, cercado, ofrenda sus secretos.
El rostro de tu cuerpo encara al mío,
la mirada temblante de mis pezones,
el hueco burlón de tu ombligo,
la sed de tu sexo que busca
la misma frescura que prodiga,
el rubor de mi vientre,
las rizadas cabelleras
fabrican un lenguaje amplio
que en la cima
boca, nariz y ojos
acaso ignoran.

***

Cómplice de las sombras,
la mano emprendió un viaje
cada vez más atrevido.
Recorrió superficies tibias;
indecisa, se detuvo
en la bifurcación de caminos.
Quiso volver atrás, 
replegarse, salir,
pero presa quedó entre la tela
y la carne.

***

BONSAI

La dura madera de tu tallo
aviva la sustancia que germina:
raíz, tronco, hojas, flor y fruto;
concierto vegetal
y voz en fuga.
Raíz que excava en lo profundo,
erguido tallo,
hoja que extiende nervaduras,
blanca densidad de la corola.
El vaivén precipita tu semilla
sobre mi campo abierto, y en mi surco.
***

Cautiva estoy de mí
en el cerco de recuerdos que me sitia,
en la necia piel, alerta siempre,
para encenderse con las sombras.
Tiendo la vista
queriendo adueñarme de mi seno,
de mi pubis, de la cara interna de mis muslos.
Partes son de mi cuerpo, pero ajenas,
siguen un minucioso recorrido
que aviva de nuevo los rescoldos.

***

En tus labios quedó una sombra de miel
de la breva que yo te obsequiaba.
Suavemente, sin prisa, hendiste su carne
y hallaste interiores umbrosos.
Tu boca viajó por el fruto
ansiando el sitio más dulce.
Ahora es mi turno,
dame a gozar de estos higos.


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