Pedro Páramo (Fragmento)
©Juan Rulfo
Fotografía: ©Lourdes Almeida
-Este de que
le hablo oía bien.
-No debe ser
él. Además, Abundio ya murió. Debe haber muerto seguramente. ¿Te das cuenta?
Así que no puede ser él.
-Estoy de
acuerdo con usted.
-Bueno,
volviendo a tu madre, te iba diciendo. . .
Sin dejar de
oírla, me puse a mirar a la mujer que tenía frente a mí. Pensé que debía haber
pasado por años difíciles. Su cara se transparentaba, como si no tuviera
sangre, y sus manos estaban marchitas; marchitas y apretadas de arrugas. No se
le veían los ojos. Llevaba un vestido blanco muy antiguo, recargado de holanes,
y del cuello, enhilada en un cordón, le colgaba una María Santísima del Refugio
con un letrero que decía: "Refugio de pecadores."
-. . .Ese
sujeto de que te estoy hablando trabajaba como "amansador" en la
Media Luna; decía llamarse Inocencio Osorio. Aunque todos lo conocíamos por el
mal nombre del Saltaperico por ser muy liviano y ágil para los brincos. Mi
compadre Pedro decía que estaba que ni mandado a hacer para amansar potrillos;
pero lo cierto es que él tenía otro oficio: el de "provocador". Era
provocador de sueños. Eso es lo que era verdaderamente. Y a tu madre la enredó
como lo hacía con muchas. Entre otras, conmigo. Una vez que me sentí enferma se
presentó y me dijo: "Te vengo a pulsear para que te alivies." Y todo
aquello consistía en que se soltaba sobándola a una, primero en las yemas de
los dedos, luego restregando las manos; después los brazos, y acababa
metiéndose con las piernas de una, en frío, así que aquello al cabo de un rato
producía calentura. Y, mientras maniobraba, te hablaba de tu futuro. Se ponía
en trance, remolineaba los ojos invocando y maldiciendo; llenándote de
escupitajos como hacen los gitanos. A veces se quedaba en cueros porque decía
que ése era nuestro deseo. Y a veces le atinaba; picaba por tantos lados que
con alguno tenía que dar.
"La cosa
es que el tal Osorio le pronosticó a tu madre, cuando fue a verlo, que 'esa
noche no debía repegarse a ningún hombre porque estaba brava la luna'.
"Dolores
fue a decirme toda apurada que no podía. Que simplemente se le hacía imposible
acostarse esa noche con Pedro Páramo. Era su noche de bodas. Y ahí me tienes a
mí tratando de convencerla de que no se creyera del Osorio, que por otra parte
era un embaucador embustero.
"-No
puedo -me dijo-. Anda tú por mí. No lo notará.
"Claro
que yo era mucho más joven que ella. Y un poco menos morena; pero esto ni se
nota en lo oscuro.
"-No
puede ser. Dolores, tienes que ir tú.
"-Hazme
ese favor. Te lo pagaré con otros.
"Tu madre
en ese tiempo era una muchachita de ojos humildes. Si algo tenía bonito tu
madre, eran los ojos. Y sabían convencer.
"-Ve tú
en mi lugar -me decía.
"Y fui.
" Me
valí de la oscuridad y de otra cosa que ella no sabía: y es que a mí también me
gustaba Pedro Páramo.
"Me
acosté con él, con gusto, con ganas. Me atrinchilé a su cuerpo; pero el
jolgorio del día anterior lo había dejado rendido, así que se pasó la noche
roncando. Todo lo que hizo fue entreverar sus piernas entre mis piernas.
"Antes
que amaneciera me levanté y fui a ver a Dolores. Le dije:
"-Ahora
anda tú. Éste es ya otro día.
"-¿Qué
te hizo? -me preguntó.
"-Todavía
no lo sé -le contesté.
"Al año
siguiente naciste tú; pero no de mí, aunque estuvo en un pelo que así fuera.
"Quizá
tu madre no te contó esto por vergüenza.
". .
.Llanuras verdes. Ver subir y bajar el horizonte con el viento que mueve las
espigas, el rizar de la tarde con una lluvia de triples rizos. el color de la
tierra, el olor de la alfalfa y del pan. Un pueblo que huele a miel derramada..."
No hay comentarios.:
Publicar un comentario